Sesenta y cuatro autos, sesenta y cuatro pilotos. Una carrera. Todos en un mismo circuito juntos. Mucha expectativa, mucho color en las tribunas, en una tarde de sábado a puro sol, donde la luz radiante proveniente de un cielo despejado, cubría prácticamente los 4.275 metros de pista. De esta manera, se presentaba una nueva fecha del Top Race atípica, donde por primera vez corrían los autos V6 con los Junior. Esta vez, el imponente autódromo de Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero, donde se inauguraba esta categoría, fue testigo de un gran espectáculo.
Sin lugar a dudas, la jornada del último día de competencia se llevó todas las miradas debido a las antesalas que hubo, como las clasificaciones que marcarían los tiempos definitivos para las series, o como las mismas series que determinarían la ubicación de esa carrera que todos los presentes estaban aguardando para que sus pupilas se deleiten ante este inédito espectáculo. Pero la cuestión venía de mucho antes.
Un Termas de Río Hondo con un clima agradable, en ese jueves 15 de octubre, abría las puertas para la llegada del Top Race. Se podía observar una pista solitaria, sin autos, sin ruidos, prácticamente desértica, salvo por algunos pintores que terminaban detalles de la línea de largada o de otras personas que hacían lo suyo con cables y carteles, o de visitantes que aprovechaban el insociable camino para recorrerlo y por qué no sacarse fotos como recuerdo. Así se lucía el moderno y deslumbrante autódromo en su primer día de actividad donde aparecían recién los primeros equipos con sus camiones que transportaban sus autos de competición, esos que horas después, se llevarían el protagonismo absoluto.
El viernes sería el día donde el color empiece a hacerse presente. Con todos los equipos ya instalados en los Boxes y con una exposición de autos antiguos, las promotoras con su vestimenta clásica y llamativa, y con sus paraguas, que no era justamente para esperar a que llueva sino que era para lucir el nombre de la empresa para quienes trabajan, empezaban a hacerse presente en la zona donde los mecánicos comenzaban a poner a punto a los motores V6. Por su parte, los periodistas a cargo de la cobertura del espectáculo, hacían lo suyo para dejar en orden ese lugar de trabajo en el primer piso de la torre de control, un nivel debajo de donde se alojarían los comisarios deportivos y dos de la zona VIP que presentaría el autódromo.
Los primeros pilotos aparecían en escena, y los ruidos de motores encendiéndose y probándolos, hacían entrar en clima a aquellas personas que caminaban por los anchos caminos recorriendo la zona de Boxes, quienes se asombraban por esos automovilistas que sólo habían visto por televisión o en fotos, y por qué no, con la única piloto mujer con su característico en inconfundible Vectra Jr de color rosa y su original lema en el paragolpe trasero: “Anda vos a lavar los platos”. Todo hacía que el show estaba por comenzar y esto se incrementó cuando los autos ponían primera e iban hacia la pista para los primeros entrenamientos. La euforia se agrandó, a fin de la jornada, cuando se empezaron a ver las primeras clasificaciones.
Los primeros pilotos aparecían en escena, y los ruidos de motores encendiéndose y probándolos, hacían entrar en clima a aquellas personas que caminaban por los anchos caminos recorriendo la zona de Boxes, quienes se asombraban por esos automovilistas que sólo habían visto por televisión o en fotos, y por qué no, con la única piloto mujer con su característico en inconfundible Vectra Jr de color rosa y su original lema en el paragolpe trasero: “Anda vos a lavar los platos”. Todo hacía que el show estaba por comenzar y esto se incrementó cuando los autos ponían primera e iban hacia la pista para los primeros entrenamientos. La euforia se agrandó, a fin de la jornada, cuando se empezaron a ver las primeras clasificaciones.
En otro día a puro calor, clima que ya tenía acostumbrado a los que se acercaron a Termas de Río Hondo, el espectáculo se desarrollaría en su máxima expresión. Claro estaba que lo mejor de la fecha estaba por venir. Los automovilistas en sus Mercedes, Passat, Peugeot, Mondeo, Vectra, con sus motores V6, desplegarían todas sus habilidades para lograr ser el dueño de la carrera. Ni hablar de los Junior que también serían protagonistas en la misma competencia.
Despistes, sobrepasos, velocidad. Precisamente eso lucía las segundas pruebas de clasificación y las respectivas series disputadas. Con esas pruebas ya en el pasado y con el pequeño show de trompos de Marcos Di Palma ya realizado, se venía lo más codiciado. Esa carrera que se venía hablando desde que se decidió esta original idea, donde a priori 70 autos competirían en el largo y ancho trayecto del autódromo, estaba a minutos de dar comienzo.
Alrededor de las cinco y media de la tarde, los semáforos mostraban las luces verdes y los 64 autos que largaron, hacían su presentación. El Mercedes predominantemente azul de Juan Manuel Silva y el Passat negro con retoques dorados de Emiliano Spataro, encabezaban las interminables dos filas. Tanta incertidumbre y tanta expectativa en esta innovación se ponían en juego. No pudo ser de menos y todos los pilotos estuvieron a la altura de las circunstancias para hacer de esta competencia un gran espectáculo.
Tal fue así, que hubo roces, abandonos, polémicas, y un final de película, cuando en las últimas curvas Spataro le quitó el sueño a Silva luego de llevárselo puesto y dejar en manos de Mariano Altuna, quien venía tercero, una victoria inesperada. Por su parte, el ganador de los Junior, Germán Giles, no quiso ser de menos y ganó en el verde césped, luego de que en la última curva chocara con José María López y se vaya hacia fuera de la pista, pero claro estaba que había cruzado esa bandera a cuadros que le otorgaba el triunfo inobjetable.Mariano Altuna, Juan Manuel Silva, Emiliano Spataro junto a los Junior del podio Germán Giles, Marcos Vázquez y Gregorio Scalbi, entre medio de los trofeos y el champagne característico del podio, no se olvidaron de por qué se corrió ese día y no el domingo, y juntos desplegaron una pancarta con las palabras “Feliz día mamá”. Verdaderamente, las madres de dichos pilotos no se pueden quejar por su regalo y tampoco deberían hacerlo aquellas, que están o tal vez no, del resto de los automovilistas porque, entre todos, hicieron una fiesta que maravillaron al público.